Tomate… Cuenta la leyenda…

Cuenta la leyenda que ya las civilizaciones preincaicas del norte del Perú cultivaran y consumieran el tomate y también en México por alláaa en el 700 a. C. y que Hernancito en 1559 lo llevara en su viaje de regreso a las Europas. Y aquí comienza el cuento: la tomatera se cultivó para “estar de flor” (como decía mi papá cuando no queríamos hacer oficio) o sea como planta hornamental. Y hasta se creyó que fuera venenosa a tal punto que realmente estuvo de flor por más de dos siglos (esto si es estar de flor).

El viaje…

Lo más probable es que la primera variedad de tomate fuera de color amarillo ya que los italianos la llamaron pomo d’oro (manzana dorada). Su más antigua mención data 1544.

Y los franceses, pommes d’amour (manzanas del amor) por las legendarias propiedades afrodisíacas atribuídas por el pueblo Maya. Dicen que si se comen las semillitas se adquierirán poderes adivinatorios, ¡Hey, aquí en el planeta somos todos brujos!.

Y no les cuento lo que pensaron ingleses y alemanes. Entre todos decidieron darle un nombre latín (ésto es botánica antigua). Mientras tanto, Jefferson y los criollos lo usaban como un común aderezo desde los tiempos de Upa.

Para el 1850 el fruto, porque es realmente un fruto, fué declarado comestible. Y pa’ qué lo declararon comestible que no había necesidad pues con la ley tributaria de 1883 en Norteamérica todos los vejetales en su estado natural fueron gravados con impuesto de un 10%. Y, cosa más tenaz, el tomate fué declarado un vejetal y por ende sujeto a impuesto. Tomate, ya no estás de flor…

Bueno, estamos en el siglo XIX: los científicos suponían que la plantica causaba cancér (menos mal que los más recientes estudios comprobaron ciertamente sus propiedades anticancerosas.

En la actualidad y después de un viaje de más de 1000 años, finalmente podemos comernos un tomate, sin virajes ni preocupaciones de los cuales muchos de nosotros ni siquiera han sabido de su existencia.

Pasta de Tomate

tomate
xitomatl passato di pomodoro
Ingredientes
  • 1,2 k de tomates frescos y maduros
  • 3 cucharadas de aceite extra de oliva
  • 8 hojas de albahaca
  • sal
Preparación
  • Lavar y secar bien los tomates.
  • Cortar a mitad cada tomate y eliminar la parte verde del pedículo.
  • Exprimir cada parte hasta hacer salir todas las semillas.
  • Poner los tomates en una olla de acero a fuego lento y taparla.
  • Cocinar los tomates por 15 minutos aproximadamente, girándolos hasta reducirlos a pulpa.
  • Moler el compuesto haciendo converger el zumo en una vasija.
  • Versar el zumo en una olla de acero más pequeña de la precedente, añadiendo el sal y el aceite y cocinar a fuego moderado por 15 minutos hasta obtener la densidad deseada.
  • Apagar el fogón y agregar la albahaca entera o a trozos hechos a mano.
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